viernes, 14 de mayo de 2010

La Libertad Humana, La Dignidad y la Responsabilidad Moral


La libertad es un valor primordial, ya que permite que los demás valores existan. Aunque los medios de comunicación, los políticos o la escuela hablen sobre este valor, definirlo no es tan fácil pues existen distintas formas de concebirlo y ejercerlo. En principio, la libertad es la situación donde uno tiene la posibilidad de actuar o no sin interferencias, presiones, ni constricciones.

Ahora bien, la libertad no puede ser absoluta o ilimitada. ¿Estás de acuerdo? El propio marco legal que establece y garantiza las libertades es, al mismo tiempo, uno de sus límites. Pero las leyes no son las malas de la película; no existen para darnos dolores de cabeza, ni estorbarnos; existen para demarcar el sentido y alcances de las libertades mismas, para que su ejercicio por parte de unos no menoscabe el derecho de otros; existen, pues, para que podamos convivir los unos con los otros en libertad. Por eso no se vale evadir el cumplimiento de la ley.

En otro sentido, la libertad significa que cada quien puede decidir por sí mismo obedeciendo sólo a su propio criterio y no determinado por otros. Esta definición se orienta más hacia la autonomía que cada uno tenemos, por ejemplo: la de vestir como me gusta o elegir el credo que quiera. Así, mientras que en el terreno individual la libertad entraña la capacidad de auto determinarnos y autogobernarnos, en el ámbito social la libertad remite al derecho y a la consiguiente responsabilidad de participar en las decisiones colectivas, como la formación de gobiernos, la discusión de las leyes y la elaboración de las políticas públicas; sólo participando de esta manera puede decirse que al obedecer las leyes y a nuestras autoridades nos estaremos obedeciendo a nosotros mismos.

La Dignidad Humana

La dignidad se basa en el reconocimiento de la persona de ser merecedora de respeto, es decir que todos merecemos respeto sin importar cómo seamos. Al reconocer y tolerar las diferencias de cada persona, para que ésta se sienta digna y libre, se afirma la virtud y la propia dignidad del individuo, fundamentado en el respeto a cualquier otro ser. La dignidad es el resultado del buen equilibrio emocional. A su vez, una persona digna puede sentirse orgullosa de las consecuencias de sus actos y de quienes se han visto afectados por ellos, o culpable, si ha causado daños inmerecidos a otros. La misma dignidad que nos pone por encima de la naturaleza, pues podemos transformarla también en nosotros mismos, contenerla, regularla, nos hace responsables. Un exceso de dignidad puede fomentar el orgullo propio, pudiendo crear la sensación al individuo de tener derechos exclusivos (privilegios). La dignidad refuerza la personalidad, fomenta la sensación de plenitud y satisfacción.

Es el valor intrínseco y supremo que tiene cada ser humano, independientemente de su situación económica, social y cultural, así como de sus creencias o formas de pensar.
El ser humano posee dignidad por sí mismo, no viene dada por factores o individuos externos, se tiene desde el mismo instante de su nacimiento y es inalienable.


La Responsabilidad Moral

La responsabilidad es un valor que en la conciencia de la persona, que le permite reflexionar, administrar, orientar y valorar las consecuencias de sus actos, siempre en el plano de lo moral. Una vez que pasa al plano ético (puesta en práctica), persisten estas cuatro ideas para establecer la magnitud de dichas acciones y afrontarlas de la manera más propositiva e integral, siempre en pro del mejoramiento laboral, social, cultural y natural.

El cumplimiento responsable a nuestra labor humana, sea cual fuere, se regiría por principios como: 1. Reconocer y responder a las propias inquietudes y las de los demás. 2. Mejorar sin límites los rendimientos en el tiempo y los recursos propios del cargo que se tiene. 3. Reporte oportuno de las anomalías que se generan de manera voluntaria o involuntaria. 4. Planear en tiempo y forma las diferentes acciones que conforman una actividad general. 5. Asumir con prestancia las consecuencias que las omisiones, obras, expresiones y sentimientos generan en la persona, el entorno, la vida de los demás y los recursos asignados al cargo conferido. 6. Promover principios y prácticas saludables para producir, manejar y usar las herramientas y materiales que al cargo se le confiere. 7. Difundir los conocimientos e información que el mismo cargo le confecciona, para no caer en la idea "La información y el aprendizaje es poder".

Todos somos Responsables de manera directa o indirecta de un hecho y que, por lo tanto, es imputable por las consecuencias de ese hecho (es decir, una acumulación de significados previos de responsabilidad), termina por configurarse un significado complejo: el de responsabilidad como virtud por excelencia de los seres humanos libres.

Por tanto, la responsabilidad moral es la imputación o calificación que recibe una persona por sus acciones desde el punto de vista de una teoría ética o de valores morales particulares. Se trata entonces de la responsabilidad que se relaciona con las acciones y su valor moral. Desde una ética consecuencialista, dicho valor será dependiente de las consecuencias de tales acciones. Sea entonces al daño causado a un individuo, a un grupo o a la sociedad entera por las acciones o las no-acciones de otro individuo o grupo.

La responsabilidad moral se refiere principalmente al carácter interno de las conductas (la conciencia o intención de quien ha actuado), sin importar aspectos externos como el hecho de que éstas hayan sido descubiertas o sancionadas.
Actividades:

1. ¿De que manera podemos asumir nuestra libertad de manera responsable, sin caer en un “libertinaje”?.

2. ¿De qué manera podemos defender la dignidad del hombre? ¿Crees tú que la mujer es tratada con igual dignidad que el hombre en la actualidad? Justifica tus respuestas.

3. Explica con tus propias palabras en que consiste la responsabilidad moral del hombre frente a sus acciones y actuaciones.


Los obstáculos de las acciones humanas


Se puede afirmar que existen básicamente cinco (5) obstáculos o limitaciones a todo acto humano, los cuales son:

1.- La Ignorancia. Consiste en la ausencia de conocimientos. Para elegir algo es preciso conocerlo. Existen una clasificación de ignorancia; la ignorancia culpable, cuando no se sabe lo que se debería de saber, ha esta también suele llamarse ignorancia positiva; en cambio existe la ignorancia negativa, es cuando no es culpable, consiste en no saber lo que no sería necesario saber. Por lo tanto se entiende que la ignorancia es uno de los obstáculos principales para ser libre, si no se conoce la libertad ¿cómo llegar a ella?

2.-El miedo. Consiste en una perturbación emocional producida por la amenaza de un peligro inminente. El miedo en casos extremos (pavor) produce una ofuscación completa de las facultades superiores, y todo lo que se ejecuta pierde el carácter humano.

En ciertos casos es urgente saber resistir a los impulsos característicos del miedo. La valentía no consiste en no tener miedo, sino en saber controlarse a pesar de él.

Existen varios tipos de miedos:

La angustia, se caracteriza porque el objeto que la produce permanece desconocido para el mismo sujeto.

La ansiedad se caracteriza por un especial estado de nerviosismo que impide o dificulta la concentración mental, el estudio y la reflexión.

Se concluye que teniendo miedo es difícil llegar a la libertad marcada, ya que no estas actuando en base a una libertad, por que el miedo restringe el acto de ser libre, por sí solo si tienes angustia por algo, no dejas de pensar en ello y te vuelves esclavo del objeto no conocido, lo mismo pasa con la ansiedad ya que no actúas como tu quisieras actuar.

3.- La cólera y otras pasiones. La cólera, también llamada ira, coraje, enojo como otras emociones o pasiones producen limitaciones en nuestra capacidad de elegir libremente.
La emoción llevada a grados extremos se llama pasión; las emociones y pasiones no son malas, más bien llevarlas al extremo es el problema y lo que te orilla a actuar sin raciocinio, y por tanto a actuar sin libertad.

4.- La violencia. Es una fuerza externa, física o psíquica, ante la cual es difícil, o imposible resistirse. Esta debilita al sujeto. Por consiguiente es difícil ser libre si gente externa te obliga por medio de la violencia a hacer cosas que no se desean y no está en tu alcance dejar de realizarlas por la misma violencia.

5.- Los desajustes psíquicos. Sobre sale la neurosis, debilitan la libertad debido a que la persona se siente atadas a ciertos patrones de conducta, a mecanismos de defensa, a lo que le dicta el auto concepto o el Super Yo.

El error del neurótico consiste en identificar su dignidad como algo ajeno a ella. Su libertad ha quedado limitada debido al obstáculo que hemos detectado: un auto concepto equivocado.

Actividad:

Por medio de un escrito, manifieste la forma de vencer los anteriores obstáculos mencionados anteriormente.

LA MORALIDAD HUMANA


La moralidad es la calidad de los actos humanos en cuya virtud los designamos como buenos o malos, como acertados o erróneos. Se trata de un término común relativo a la bondad o la maldad de un acto humano, sin especificar a cuál de los dos se refiera. El opuesto de lo moral es propiamente lo no moral, términos que indican que el acto no tiene significado moral en absoluto, que simplemente no se refiere a la moral. La palabra amoral se utiliza también en este sentido, pero se aplica con mayor frecuencia a personas faltas de un sentido de responsabilidad moral. Puesto que palabra inmoral significado moralmente malo, indica un acto que posee una calidad moral definida (un acto malo). Si se lo opone claramente a lo inmoral, el término moral significa moralmente bueno. Así, pues, moral e inmoral son contradictorios, porque toda cosa tiene o no tiene alguna referencia con la moral; moral e inmoral son contrarios, por cuanto marcan los extremos del bien y del mal en el campo de la moral, excluyendo lo moralmente neutro o insignificante.

Al juzgar la moralidad de un acto humano podemos tomar en cuenta las peculiaridades subjetivas del agente y considerar el acto como condicionado por su conocimiento y su consentimiento, por sus antecedentes, su preparación, sus prejuicios, su estabilidad emocional y otros rasgos personales. Preguntamos si dicha persona individual obró bien o mal en el caso particular considerado, y si dicho acto particular fue bueno o malo para él. La moralidad considerada en esta forma es una moralidad subjetiva, y está condicionada por el hecho de que el acto concuerde con la conciencia propia del agente o discrepe de ella.

Pero podemos también hacer caso omiso de dichas condiciones abstractas, las que, aunque siempre presentes en todo acto individual, sólo pueden ser conocidas directamente por la conciencia personal del actor. Podemos considerar simplemente la clase de acto realizado y las circunstancias externas manifiestas para todo observador. No preguntamos si dicho individuo está dispensado o no de responsabilidad por el acto, a causa de su ignorancia, de su pasión o de cualquier otro modificador de la responsabilidad, sino si una persona normal cualquiera, en plena posesión de sus facultades, está autorizada o no a querer deliberadamente aquella clase de acto. Estamos juzgando el carácter objetivo del acto realizado, y no el estado subjetivo del actor. La moralidad considerada en esta forma es moralidad objetiva.

SÍ preguntamos, "¿es el asesinato malo?" "¿Es la sinceridad buena? ". Estamos preguntando por la moralidad objetiva. Pero si preguntamos, "¿se dio este individuo perfectamente cuenta de lo que hacia al matar a aquel hombre?” "¿Se proponía aquel individuo decir la verdad cuando soltó aquella observación?” Estamos preguntando por la moralidad subjetiva.

La moralidad en su integridad incluye los aspectos tanto subjetivo como objetivo. No tiene caso preguntar cuál sea más importante. En efecto, a menos que los actos posean una bondad o maldad propias, con las que el juicio de la conciencia debería estar de acuerdo, el juicio de cualquiera es tan bueno como el de cualquier otro, y la ética se convierte en una mera relación de opiniones. La ética en cuanto estudio pone el acento en la moralidad objetiva. Pero es el caso que cada uno ha de vivir su propia vida, ha de rendir cuentas de sus actos tales como los vio, y se le tiene como bueno o como malo según su sinceridad en cuanto a seguir su conciencia, inclusive si sus juicios morales fueron objetivamente erróneos. En este sentido la moralidad subjetiva es principal.

Por regla general, se entiende por moralidad el ejercicio de los ideales éticos. En ocasiones, sin embargo, también es utilizada como un sinónimo de moral, entendida ésta en un sentido amplio y no restrictivo.

La moralidad consiste en las obligaciones que la conciencia nos impone en relación con nuestros deberes, ya sean estos para con los demás, para con la naturaleza y los seres naturales, o para con nosotros mismos. Esos deberes se caracterizan por no ser impuestos por ningún poder exterior a nosotros sino que su mandato proviene de nuestra propia razón.
Recordemos que El objeto material de la Ética, son los actos humanos o actividades realizadas por el hombre. La moralidad es la propiedad de todo acto humano en base a las normas o reglas de conducta.

Le llamamos inmoralidad cuando nuestros actos no están de acuerdo con nuestra moralidad. La amoralidad es la carencia moral o inmoral esto se da en determinado objetos, o prácticas de otras culturas.

También conviene señalar que la moralidad no puede identificarse con una moral concreta o con un momento histórico determinado. Aunque la moralidad no puede sustraerse a la evolución histórica de las ideas morales, se encuentra más allá de ellas: es una exigencia irrenunciable del ser humano, el cual trata de plasmarla en morales concretas (estas sí que están influidas por la tradición, la cultura, las ideas recibidas o los sucesos históricos del pasado). De ahí que una de las características de la moralidad sea la de potenciar la propia crítica moral, con el fin de ir avanzando en el orden de la justicia social.

Valoración Moral

Para adentrarnos en los problemas de la Ética, partamos de nuestra experiencia. Es un hecho que nos señala nuestra propia experiencia que, en determinadas circunstancias, expresamos valorizaciones morales. Los contenidos de nuestros juicios se refieren a categorías opuestas: de bien o mal.

Así hablamos de actos nobles, heroicos, desinteresados, los que están en la esfera del concepto de "bien". Pero, hablamos de actos infames, egoístas, los que están en la esfera del concepto de "mal".

En el primer caso, hablamos de actos morales positivos; en el segundo, de actos morales negativos. Así, por ejemplo: a un asesino lo tratamos de inmoral; a una persona que sacrifica su vida para salvar a otro la tratamos de héroe, pues este sacrificio es de gran calidad moral. Ello nos pone en evidencia que nuestra valoración tiene un carácter objetivo, es decir, que se rige por el objeto que verificamos. En nuestro caso, el asesinato, y por otro lado, el heroísmo. Dicha objetividad nos permite formar juicios morales de validez universal: "El asesinato es una inmoralidad":

De lo dicho hasta ahora se desprende que la valoración moral propiamente dicha la aplicamos sólo a acciones humanas.

"Cuando efectuamos una valoración moral, siempre tenemos en vista seres humanos, es decir, personas. Los valores morales tiene la particularidad de que sólo pueden referirse a seres personales"(Hessen).

Con respecto a los "juicios de conocimiento", ellos apuntan a afirmar si algo es verdadero o falso. En lo referente a obras de arte, hablamos de bello o feo. En ambos casos se trata de objetos y no sujetos o personas. "Es cierto que también decimos que tal vino es 'bueno', que tal enfermedad es 'mala', etc., pero, nuestro conocimiento del idioma nos indica claramente que en este caso no usamos las palabras 'bueno' y 'malo' en su acepción original, es decir, moral"(Hessen).

Cabe la pregunta: ¿qué es lo que valoramos en las personas cuando las valoramos moralmente? Valoramos las acciones. De donde resulta que el contenido de nuestra valoración moral no es teórico, sino práctico. El objeto de la valoración moral no es el pensar y el conocer sólo, sino, a la vez, el querer y el actuar. Consecuentemente, lo ético se da en la zona práctica y no en la zona del espíritu humano. "No todas las manifestaciones vitales del hombre están sometidas a valoración moral. Las funciones vegetativas y animales no admiten ningún juicio moral. El hombre tiene en común con el animal esas funciones, pero el animal es incapaz de ninguna acción moral. Sólo los seres racionales son capaces de realizar actos morales"(Hessen).

Por otro lado, son actos morales sólo los que realizamos conscientes y voluntariamente, y por ello se inscriben en la Ética. Únicamente las acciones realizadas a sabiendas y por libre decisión tienen carácter moral.

La Singularidad del acto moral
El punto de partida del obrar moral es la toma de posición personal, es decir, consciente y libre, en el conflicto entre las necesidades impuestas por la realización de las tendencias del yo y las exigencias de la sociedad; según esto, el obrar moral presupone el desarrollo de la conciencia del yo, la cual se produce, por la victoria sobre el ambiente en medio de un diálogo con él. La condición es la vivencia de la situación de conflicto entre la necesidad de satisfacer las tendencias inmanentes y las exigencias del ambiente que se opone a esa necesidad. Esta situación surge en el niño cuando experimenta el beneficio de ser amado, cuando él es aceptado y promovido por el contorno ambiental. Así el niño renunciará a satisfacer sus impulsos cuando éstos sean perjudiciales a la simbiosis afectiva con la madre. Pero si no se presenta la situación de conflicto, la preparación y el desarrollo del obrar moral quedan impedidos.

En un estadio ulterior de la formación de la conciencia, para que se realice la acción moral se requiere que la necesidad de autodesarrollo conduzca, por anexión al contorno que promueve este autodesarrollo, a una recepción, primeramente desprovista de crítica, de los puntos de vista del entorno concreto; se produce, pues, una intosuscepción de los comportamientos ajenos, normalmente, primero del padre, de la madre y de los hermanos, de manera que la conducta de estos modelos directivos se puede convertir en norma del propio obrar por medio de la identificación. Con la ampliación del entorno y el desarrollo de la conciencia crítica el niño se ve colocado ante nuevos conflictos, puesto que ahora le salen al encuentro en medida cada vez mayor maneras de comportarse de los modelos directivos que se contradicen mutuamente, y él debe ahora decidir qué modelo directivo quiere seguir. En la decisión juegan su papel, no sólo las necesidades propias, sino también, y en una medida que aumenta cada vez, la inteligencia de la oportunidad de una conducta practicada y exigida y, evidentemente, también la fuerza de la vinculación afectiva a determinados modelos.


Actividades:

1. Plantea la diferencia entre moral y moralidad. De ejemplos.

2. De acuerdo al concepto de valoración moral, ¿Crees que nuestra sociedad se encuentra actuando de manera positiva o negativa? Justifica tu respuesta.

3. ¿Por qué crees tú que la primera actitud del hombre frente al error no es reconocer su propia culpa, sino buscar un culpable fuera de él mismo?